La mañana de este martes, Hollywood y el mundo entero se despiden de uno de sus grandes colosos: Robert Redford, fallecido a los 89 años. Su carrera, que abarcó más de cinco décadas y más de cincuenta películas, transformó el cine estadounidense, no solo por su talento frente a las cámaras, sino también por su mirada como director y promotor del cine independiente.
Los primeros años y el camino hacia la actuación
Charles Robert Redford Jr. nació en Santa Mónica, California, el 18 de agosto de 1936. Desde joven, su vida estuvo marcada por episodios de rebeldía y desafíos personales: la pérdida temprana de su madre, un arresto en su adolescencia y la expulsión de la Universidad de Colorado. Su viaje por Europa y la formación en arte lo llevaron a reconsiderar su país y a descubrir una pasión que transformaría su destino: la actuación.
En Nueva York, Redford comenzó con pequeños papeles en teatro y televisión, incluyendo apariciones en series como The Untouchables, Perry Mason y Dr. Kildare. Su debut cinematográfico fue en 1960 con Tall Story, un rol menor que le permitió iniciar una amistad duradera con Jane Fonda. Su talento y carisma pronto lo llevaron a papeles protagónicos, como en Barefoot in the Park y Inside Daisy Clover, que le valió un Globo de Oro a la Nueva Estrella del Año en 1965.
La consagración y la fama mundial
El mundo conoció verdaderamente a Redford en 1969 con Butch Cassidy and the Sundance Kid, donde junto a Paul Newman creó una de las duplas más icónicas de Hollywood. Su interpretación consolidó su fama y dio nombre a su futuro festival de cine independiente. Durante la década de 1970, protagonizó éxitos como All the President's Men, donde encarnó al periodista Bob Woodward, y The Sting, compartiendo nuevamente cartel con Newman.
Redford también exploró su pasión por la dirección, alcanzando la cima con Ordinary People (Gente corriente), que le valió el Oscar a Mejor Director y Mejor Película en 1981. Su compromiso con el cine independiente se materializó con la fundación del Festival de Cine de Sundance, un espacio que impulsó historias originales y jóvenes talentos que hoy son referentes, incluyendo a Quentin Tarantino y Richard Kelly.
Una carrera versátil y un legado internacional
A lo largo de su carrera, Redford supo alternar éxitos comerciales y cine de autor, participando en películas como Memorias de África, El susurrador de caballos, y en producciones más recientes como Capitán América: Soldado de Invierno. Además, ayudó a lanzar carreras, como la de Brad Pitt en El río de la vida.
Su talento fue reconocido con múltiples honores: Oscar honorífico en 2002, reconocimiento del Kennedy Center en 2005, chevalier de la Legión de Honor de Francia en 2010, y el León de Oro de Venecia por su trayectoria.
El adiós de un ícono
En sus últimos años, Redford se retiró a Utah, manteniendo un perfil discreto hasta el anuncio de su fallecimiento. Las reacciones de sus colegas fueron inmediatas y emotivas. Jane Fonda expresó: “Significó mucho para mí. Fue un hombre hermoso en todos los sentidos y creía en un EE.UU. por el que debemos seguir luchando”. Meryl Streep añadió: “Ahora un león ha fallecido. Descansa en paz, querido amigo”.
Robert Redford deja un legado imborrable: el de un actor que trascendió su físico y su fama para convertirse en un verdadero arquitecto del cine, un defensor del arte independiente y un faro de inspiración para generaciones enteras. Su luz seguirá brillando en cada escena que interpretó, en cada película que dirigió y en cada talento que ayudó a emerger.
Foto Fuente: Stephane Cardinale/Corbis via Getty Images