En un gesto que ha hecho suspirar a millones, Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez han oficializado su compromiso tras casi una década juntos, cinco hijos y una historia que ha traspasado fronteras.

La noticia llegó el 11 de agosto desde Riad, Arabia Saudí, cuando la influencer argentina–española, con 68,3 millones de seguidores en Instagram, compartió una imagen de su mano sobre la del astro portugués, luciendo un imponente anillo con un diamante ovalado que, según expertos, podría superar los seis millones de euros. Junto a la imagen, una declaración de amor que ya es viral: “Sí, quiero. En esta y en todas mis vidas”.

Aunque la fecha y el lugar del enlace permanecen en secreto, la noticia ha provocado una oleada de felicitaciones y se convierte en uno de los momentos más comentados del año. El jugador del Al Nassr, con sus 662 millones de seguidores —la cifra más alta en la historia de Instagram—, no ha hecho publicaciones al respecto, manteniendo un silencio que aumenta la expectación.

Juntos desde 2016, cuando se conocieron en una boutique de Gucci en Madrid, Cristiano y Georgina han forjado una vida marcada por el amor, la familia y una complicidad que ambos han mostrado sin filtros en el reality Soy Georgina. Allí, y en entrevistas como la reciente para Vogue británica, han dejado ver la fuerza de su conexión, su visión compartida de la vida y la importancia de criar a sus hijos en un entorno de valores, a pesar de su privilegiada posición.

De Jaca a los focos internacionales, Georgina ha pasado de ser dependienta a convertirse en una figura mediática global, con proyectos en televisión, la música y la moda, siempre reivindicando su autonomía profesional y su papel como madre. Cristiano, por su parte, continúa sumando capítulos a una carrera legendaria, ahora en el fútbol saudí, con la misma determinación con la que afronta esta nueva etapa personal.

Lo que comenzó con un cruce de miradas hace nueve años se encamina ahora hacia un altar, con un “sí” que, según sus propias palabras, trasciende el tiempo y las vidas. Un amor de alto voltaje mediático, pero con raíces profundas.