Marcos Gaba presenta su tercer disco “No Cualquiera” y se vuelca de lleno al Rock and Roll y el Blues Psicodélico. El marplatense, asentado en Capital Federal, trae el sucesor de "Las Nuevas Tristezas" (2024), con volúmen, velocidad y densidad.
Estas diez canciones varían entre el Rock and Roll de estirpe clásica, el boogie, el blues ritualístico, el punk rock y los ritmos clásicos de los 60 y 70 como el Surf Rock y el Soul.
Junto a Piter Mazda en producción y mezcla, el resultado es un disco guitarrero con ganchos tradicionales y actitud. Un elenco de lujo lo acompañó en el estudio. En batería, Sebastián “Bocha” Puntillo de Fonso y Las Paritarias. Los bajos por Ariel Martín (El Último Médano). En guitarras, Piter Mazda y Valentina Jordan (Playa Privada). Sebastián Cadorin (Palta and The Mood) sumó teclados en varias canciones.
El disco fue concebido en el home studio de Villa Urquiza del propio Marcos, y después se concretó en Humito (Hurlingham), The Bitter Room (Colegiales), Indie Folks y el home studio de Piter Mazda en Caballito. El máster fue realizado por Maxi Leivas en el CC Richards.
El pulso bailable de “Los Mosquitos”, una oda al glam rock británico, es un puntapié inicial contundente para la ironía y el desparpajo de “No Cualquiera”, que puentea la actitud con el sentimiento en su contenido lírico. “Mordiendo Ceniza” es otro rock visceral sobre despojarse de todo, llevado hacia adelante por un riff cortante.
El blues y el boogie dicen presente en “Ricardo de Punta”, con referencia a una pizzería renombrada de la ciudad de Mar Del Plata, y en “Rayo Cortado”, un desenlace amoroso vestido de blues pantanoso, con un ritmo apesadumbrado y orquestado por guitarras acústicas y riffs venenosos. La atmósfera es gruesa y te lleva por una lisergia particular que termina en la voz rota de Marcos Gaba sobre el final.
“Boogie de Quilmes” retrata una noche etílica en el sur del gran Buenos Aires con baile, distorsión y guitarras. La urgencia de salir a conocer y explorar la noche escapan de los versos y se trasladan a un instrumental adrenalínico. Los órganos de Piter Mazda pintan esos paisajes nocturnos con la elocuencia necesaria.
Como también sucedió en su álbum anterior, el punk tiene su rol con “Donde Morir”, una canción de tres tonos inspirada en Ricky Espinosa y Ramones. La batería de Sebastián Puntillo se lleva todo por encima con velocidad y precisión.
La canción en sí aparece en cortes como “Parque Saavedra”, una balada sicodélica sobre ocupar una nueva ciudad, la soulera “Puente Ceretti” junto a Asaí Ferrari y el epílogo de acústica y slide de “Río Colorado”. En “Olivas”, el surf rock pinta una escena marplatense de fin de verano, orquestada con órganos y reverb.
El concepto y el arte de “No Cualquiera” está inspirado en una pasión familiar, el automovilismo. El protagonista omnipresente de dicho concepto es el abuelo materno de Gabarain, quien supo ser piloto amateur de carreras en la provincia de Buenos Aires.
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Fuente: Emilia Hernández.