La historia del heavy metal vivió uno de sus capítulos más conmovedores y poderosos el pasado sábado en Villa Park, Birmingham, cuando Ozzy Osbourne se despidió oficialmente de los escenarios en un concierto titulado Back to the Beginning. Pero este no fue un adiós cualquiera: fue el reencuentro de los cuatro miembros originales de Black Sabbath, en un gesto cargado de nostalgia, hermandad y gloria musical.
Ozzy Osbourne, Geezer Butler, Tony Iommi y Bill Ward —la formación que en 1968 dio vida al metal— aparecieron por primera vez juntos sobre un escenario en más de dos décadas. El reencuentro se sintió como un retorno a las raíces del género, precisamente en la ciudad que vio nacer la banda, y se convirtió en una suerte de rito sagrado para miles de fanáticos que se congregaron con una mezcla de asombro y devoción.
Desde su trono negro coronado con un murciélago, símbolo eterno de su leyenda oscura, Ozzy —quien fue diagnosticado con párkinson en 2020— expresó su agradecimiento con una voz cargada de emoción:
“Su apoyo a lo largo de los años ha hecho posible que vivamos como vivimos… Los quiero. Los queremos”.
La velada se cargó de clásicos inmortales como “Paranoid”, “Iron Man”, “War Pigs” y “N.I.B.”, coreados por una multitud que vibró ante cada acorde. El espectáculo, presentado por Jason Momoa, reunió también a titanes del rock y el metal: Metallica, Guns N’ Roses, Slayer, Alice in Chains, e invitados como Billy Corgan, Tom Morello, Travis Barker y Steven Tyler, quien deslumbró con su interpretación de “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin junto a Morello.
Más que un concierto, Back to the Beginning fue una ceremonia de cierre, un acto de consagración final para uno de los grupos más influyentes del siglo XX. Lejos de los excesos y controversias que alguna vez los acompañaron, los miembros de Black Sabbath subieron al escenario con la serenidad de quienes saben que su obra es imperecedera.
Los ingresos del evento fueron destinados a causas benéficas como Cure Parkinson’s, el Hospital Infantil de Birmingham y el Hospicio Infantil Acorn, reflejando el compromiso de Osbourne con su ciudad natal y con una causa que lo toca profundamente. Como él mismo declaró en una entrevista con Robin Roberts, aceptar públicamente su enfermedad fue un acto de liberación:
“Me siento mejor ahora que he reconocido que tengo párkinson… Y sólo espero que mis seguidores me apoyen, porque los necesito”.
Este concierto culmina una despedida que comenzó en 2016 con la gira The End Tour, inmortalizada en un documental en 2017. Sin embargo, ningún adiós había tenido tanto peso emocional como este regreso a casa. Porque si algo nos enseñó Ozzy Osbourne es que las verdaderas leyendas no se apagan: se despiden entre luces, truenos, riffs eternos… y una ovación que nunca cesa.
Black Sabbath cierra el círculo donde todo comenzó, demostrando que, incluso en la despedida, se puede hacer historia.
Fuente Foto: Jeff Kravitz/FilmMagic, Inc/Getty Images