Cada diez minutos, una mujer es asesinada en algún rincón del mundo. Una cifra devastadora que desnuda la cruda realidad: la violencia contra mujeres y niñas sigue siendo una de las violaciones más extendidas y normalizadas de los derechos humanos en nuestra sociedad. Este fenómeno, calificado como una “pandemia en la sombra”, exige una respuesta colectiva e inmediata.
En 2023, más de 51.100 mujeres y niñas perdieron la vida a manos de parejas, exparejas u otros familiares. En América Latina y el Caribe, al menos 11 mujeres fueron asesinadas diariamente por razones de género, y en países como Honduras, la tasa de feminicidios alcanzó cifras alarmantes: 7,2 casos por cada 100.000 mujeres. Estas estadísticas, aunque impactantes, apenas rozan la superficie de una crisis que afecta la salud, la libertad y el futuro de millones de mujeres en todo el mundo.
¿Qué es la violencia contra las mujeres?
Según la Declaración de la ONU de 1993, la violencia contra las mujeres incluye cualquier acto que cause daño físico, sexual o psicológico, así como amenazas, coacción o privaciones de libertad en la vida pública o privada. Esto engloba:
- Violencia por parte de parejas (maltrato físico y psicológico, violación conyugal, feminicidio).
- Violencia sexual y acoso (violación, abuso infantil, acoso cibernético, matrimonio forzado).
- Trata de personas y explotación sexual.
- Mutilación genital femenina y matrimonio infantil.
Estos actos no solo hieren cuerpos, sino también rompen vidas, impactando profundamente la educación, el empleo y las oportunidades de desarrollo de las mujeres.
Causas y contextos: un problema global multifacético
La violencia contra las mujeres no discrimina. Afecta a todas las edades, clases sociales y culturas, pero es especialmente prevalente en contextos de vulnerabilidad como conflictos armados, crisis humanitarias o comunidades marginadas. En estas situaciones, el riesgo de violencia de género puede alcanzar al 70% de las mujeres.
Por otra parte, la tecnología ha dado lugar a un nuevo tipo de violencia: entre el 16% y el 58% de las mujeres, especialmente de las generaciones más jóvenes, han experimentado violencia de género facilitada por el entorno digital.
Las cifras detrás de la tragedia
En América Latina, el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL reveló que en 2023, más del 60% de los feminicidios fueron cometidos por parejas o exparejas. Este patrón recurrente resalta la urgencia de mejorar los sistemas de prevención y protección. Sin embargo, muchas víctimas enfrentan barreras estructurales para acceder a la justicia y los servicios estatales. Apenas entre el 20% y el 30% de las mujeres en situaciones de violencia buscan ayuda de las instituciones.
Además, la falta de medidas de reparación adecuadas agrava la situación de los dependientes de las víctimas, como hijos e hijas, quienes también sufren las secuelas de esta tragedia.
En Ecuador la realidad no es ajena a otras...
La ministra de la Mujer y Derechos Humanos de Ecuador, Arianna Tanca, ha señalado la urgencia de abordar la violencia de género en el contexto del “conflicto armado interno” que enfrenta el país. Según Tanca, “los cuerpos de las mujeres se vuelven un botín de guerra; se sexualizan, y muchas veces sus agresores están ligados al narcotráfico”.
El vínculo entre la violencia contra las mujeres y el crimen organizado es una realidad devastadora. En 2023, año que Tanca denominó como “el más violento para la mujer ecuatoriana”, el 53% de los feminicidios reportados (172 de 321 casos) ocurrieron en contextos relacionados con el crimen transnacional y las bandas delictivas. En lo que va de 2024, la tendencia persiste: al menos 88 muertes violentas de mujeres están vinculadas a pugnas entre bandas criminalesCifras que Reflejan la Tragedia
El panorama de violencia en Ecuador no solo es impactante, sino también profundamente complejo. Hasta noviembre de 2024, la fundación feminista Aldea reporta 215 muertes violentas de mujeres por razones de género, de las cuales:
- 107 son feminicidios: Los perpetradores pertenecen al círculo íntimo de las víctimas, como familiares o parejas.
- 57 casos ocurrieron en Guayas, con Guayaquil a la cabeza como la ciudad más peligrosa para las mujeres.
- El promedio de edad de las víctimas es de 35 años, aunque 19 eran niñas o adolescentes.
- 10 mujeres asesinadas estaban embarazadas, y 64 eran madres.
- 22 víctimas habían denunciado violencia de género previamente, y tres contaban con boletas de auxilio.
Además, las consecuencias trascienden a las propias víctimas: 119 niños han quedado en la orfandad debido a estos crímenes.
Un llamado a la acción: #NoHayExcusa
A pesar de avances legislativos en muchos países, como la tipificación del feminicidio y la implementación de leyes integrales, el problema persiste. Tal como afirmó José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL: “El feminicidio sigue siendo la expresión extrema de patrones patriarcales y violentos. Es tiempo de actuar con sentido de urgencia.”
La campaña ÚNETE para Poner Fin a la Violencia contra las Mujeres, promovida por la ONU, busca movilizar a gobiernos, organizaciones y a la sociedad en general hacia un objetivo común: erradicar todas las formas de violencia de género antes de 2030.
A 25 años de la proclamación de esta fecha por la ONU, las cifras y testimonios dejan claro que queda mucho por hacer. Es imperativo:
- Fortalecer las instituciones de justicia y protección para las víctimas de violencia de género.
- Aumentar el financiamiento de políticas integrales que aborden tanto la violencia machista como su relación con el crimen organizado.
- Garantizar que las denuncias de violencia sean atendidas de manera efectiva, evitando casos donde víctimas con medidas de protección sean nuevamente atacadas.
- Implementar campañas educativas para transformar patrones culturales que perpetúan el machismo.
En palabras de Tanca, “La lucha contra la violencia machista y el crimen organizado son inseparables”. La protección de las mujeres no solo es una cuestión de derechos humanos, sino una condición esencial para la paz y el desarrollo en el país .
El camino hacia la solución
La clave radica en la educación, la prevención y la eliminación de la impunidad. Para ello, se deben:
- Diseñar y financiar políticas públicas integrales.
- Fortalecer los sistemas de justicia y protección para las víctimas.
- Fomentar una cultura de igualdad y respeto desde edades tempranas.
- Apoyar los movimientos de derechos de las mujeres y amplificar sus voces.
Erradicar la violencia contra las mujeres no solo es un imperativo ético, sino una condición esencial para alcanzar la igualdad, el desarrollo sostenible y la paz. Únete a este esfuerzo. Porque, como sociedad, debemos dejar claro que no hay excusa para la violencia.